14 de junio de 2010

Los años 60 al desnudo

* Franco no se fiaba de Kennedy
* La jerarquía española tuvo un papel escasamente brillante en el Concilio

Entre 1960 y 1965 el régimen de Franco perdió el discurso cultural. En ese lustro decisivo el mundo estaba cambiando (Kennedy, la coexistencia pacífica, la descolonización, las nuevas costumbres y el triunfo del "pop", el feminismo, la píldora...) y sin embargo en España pese al inicio del desarrollismo y a la mejora en el consumo se sucedieron continuas imagenes de retroceso (represión de huelgas, dura reacción al "contubernio de Munich", caso Grimau...), en plena eclosión cultural, en un tiempo en el que el Concilio significó para España algo así como una piedra contra un cristal. Ahora el libro recién publicado "Del Imperio al 600: Historias inéditas de los años 60" (Ed. Corona Borealis) se acerca a esa época con la aportación de nuevos testimonios y contenidos sobre asuntos que hoy pueden causar sorpresa.

Texto de Manuel Espín

Seat 600 © SEAT PrensaEn 1960 la selección española de fútbol renunció a jugar partidos en la Copa de Europa para evitar que el equipo de la URSS se hiciera presente en el Bernabeu. Cuatro años más tarde ese partido se celebraba ganando España la eurocopa.Entre 1959 y 1965 se produjo una mejora en las condiciones de vida de los españoles con la apertura a las economías internacionales, aunque el Mercado Común nunca aceptó la integración por la característica dictatorial del régimen. Frente a un mundo que estaba cambiando a pasos agigantados el franquismo solo podía ofrecer "cosméticas" que en nada afectaban a la esencia. Dos hechos internaciobnales fueron capitales: Kennedy y el Concilio Vaticano.
Un informe secreto de Carrero Blanco de 1961 se mostraba muy crítico contra la llegada de Kennedy a la Casa Blanca, a pesar de su marchamo "católico", afirmando que el mundo estaba dominado por tres internacionales: comunista, socialista y masónica, temiendo que esta última se inflitrara desde Norteamérica. La administración Kennedy mantenía relaciones con algunos sectores de la oposición política moderada, incluso con apoyo económico desde agencias del propio gobierno.Desde 1962 la llegada del embajador Garrigues a Washington a instancias del ministro Castiella había tratado de mejorar esas relaciones. Garrigues mantenía una larga amistad personal con la familia Kennedy y tuvo que convencer en Washington que "era un amigo de los Estados Unidos y no un apologista de Franco". Cuenta hoy Antonio Garrigues, hijo del entonces representante español en este libro: "En la época en la que mi padre fue embajador en Washington las relaciones de la administración Kennedy con el gobierno de Franco estaban llenas de ambigüedad. Prevalecia la tesis de que las dictaduras militares podían ser toleradas si eso convenia a los intereses norteamericanos, bajo la excusa de que así como en las dictaduras marxistas tenían caracter permanente, las militares eran más temporales". Diversos documentos revelan hoy esa enorme desconfianza, las presiones puramente retóricas de los sectores "ultras" sobre la renovación de los pactos y a los equívocos que no pudo conocer la opinión pública española del momento.
Francisco FrancoEn junio de 1962 una convocatoria en Munich del Movimiento Europeo en la que los monárquicos tenían una enorme presencia y de la que se elaboró un documento muy moderado pero partidario de una liberalización sentó muy mal dentro del régimen. Calificado de "Contubernio de Munich" fue una de las primeras expresiones de divergencia con el franquismo. Carlos Maria Bru, presidente del consejo federal español del Movimiento Europeo entre 1896 y 2004 y asistente a Munich relata con detalle y sabrosas anécdotas la tramoya menos conocida de aquel encuentro: "La reaccion del franquismo fue furibunda. A mi me castigaron a no poder trabajar como notario varios años y me retiraron el pasaporte durante mucho tiempo". Bru revela hechos sorprendentes como el papel de Gil-Robles, la actitud de Senillosa o Vidal Beneyto, el apoyo silencioso de los intelectuales como Julian Marias, Laín Entralgo o Ridruejo o el de "un curita muy culto e incendiario llamado Jesus Aguirre que llegaría a casarse con la Duquesa de Alba". Melchor Miralles (periodista) analiza la personalidad de su padre, Jaime Miralles, monárquico juanista, uno de los "hermanos Miralles" cuyos otros hermanos murieron en las filas nacionales siendo elevados a mitos tras la posguerra; un hombre que rechazaría cargos con Felipe González, defenderia a sindicalistas y miembros de la UMD, y al que le faltaron un puñádo de votos para ser diputado con IU. Miralles, padre de diez hijos, fue confinado en Fuerteventura a su regreso de Munich teniendo que trabajar en una mina de sal para aportar dinero para la familia. "Mi padre fue un personaje del XIX", dice Miralles.
La creación de los Planes de Desarrollo, la mejora en el consumo, la llegada de turistas en los primeros años de esa década... pero también la salida masiva de emigrantes españoles hacia el exterior, el nacimiento de CC OO, y a su vez la situación en CNT con una dificil transición entre generaciones muy distintas. En la mitad de esa década los sindicatos del Régimen mantuvieron diálogos con un sector de CNT para su integración en esa estructura sindical:"Las conversaciones con el sindicato vertical fueron un intento muy serio ,-dice Angel Herrerin, profesor de la UNED que ha investigado este tema-,el régimen necesitaba renovar su discurso, aparentar una aperrtura. Y le venían muy bien los anarcosindicalistas con los que compartía alguna afinidad. Especialmente un anticomunismo absoluto, a la vez que un odio a la política y a los partidos políticos. Hay que entender esas conversaciones en el contexto de la época en la que se produjeron".
Sin embargo el hecho de mayor repercusión para la España de Franco fue "el estallido" del Concilio Vaticano II. El cónclave puso en evidencia las tenues diferencias existentes entre la Iglesia española y el estado. En 1962 Franco se había quejado en su círculo más ínntimo del apoyo de ciertos curas a las huelgas de Asturias. El Concilio sorprendió a la mayoría de la jerarquia con el paso cambiado, se trataba de un sector aclimatado a la comodidad del "nacional-catolicismo". Por ello no puede sorprender el escaso papel protagonista que tuvo esa jerarquía en el Concilio:"Entonces muchos obispos españoles confundian al régimen con España y les parecia que defender al regimen era defender a España" afirmaba el Cardenal Tarancon en 1985.Cuenta ahora Dolores Boffill, viuda de Lorenzo Gomis director de "El Ciervo": "Tratábamos de mostrar que en España podía haber un sector de cristianos que no temiamos al mundo moderno, contrarios a lo que el franquismo significaba".
Frente a esa transformación visible que se empezaba a apreciar en los primeros años 60 el régimen fue incapaz de cambiar sus discursos. Por el contrario sucesos como la ejecución de Grimau en un proceso que parece remitir a lo peor de la "España negra" y cuyas circunstancias se describen a través de diversos testimonios, y le especial repercusión internacional del caso (con telegramas de Isabel II, Kruschev, Harold Wilson o el futuro Pablo VI a Franco) y una perdida aún mayor de imagen exterior impulsaron campañas mediáticas impulsadas por el incansable y activo Manuel Fraga, como la de los XXV Añós de Paz, o las acciones culturales (intentos de traer a algunos intelectuales que habían servido a la República, "nuevo cine español", presencia de artistas plásticos en convocatorias internacionales, impulso de las campañas de turismo, Ley de Prensa...) que trataban de mejorar esa imagen.

LOS NUEVOS MITOS

Del Imperio al 600, Manuel EspínLos primeros años 60 fueron además pródigos en la creación de mitos: de Los Beatles a Che Guevara, de Marisol a El Cordobés, de la "píldora" a la minifalda. En ese contexto de cambio dentro de una sociedad demasiado encorsetada se analizan en el texto factores claramente inseparables de ese periodo, como el de la perdida del discurso cultural por el régimen de Franco, el papel de la mujer, los nuevos iconos culturales y el nacimientio del "pop" en España, el controvertido impulso al "nuevo cine español", los cambios en las formas de vida, el crecimiento de la televisión y la censura en los medios, la ascensión y caída del "imperio Samuel Bronston", la España dual que trataba de bular las prohibiciones con un doble lenguaje, los intentos de liberalización, las devastadoras catástrofes como las inundaciones del Vallés y los terribles sucesos de la época, o el papel del deporte en tiempos de desarrollismo...
Ese cambio de efigies y de mitos lo simbolizaría muy bien el nacimiento en esta época de Los Beatles y la propia repercusión que tendrían en España, asunto al que se le dedica un amplio espacio en el trabajo. Basta señalar el pintoresco contexto en el que se celebraron sus actuaciones en Madrid y Barcelona de julio de 1965, que estuvieron a punto de no ser autorizadas. Solo pudieron llevarse a cabo gracias a que la Reina de Inglaterra les acababa de concer el título de caballeros del Imperio Británico y hubiera resultado un contrasentido prohibir su actuación en España. Visita y actuaciones totalmente controladas por la fuerza pública de uniforme, que aparece en todos los planos de llegada a Barajas de Los Beatles y que mucho tiempo después provocaron en Paul Mc.Cartney el comentario de que había sido una "actuación entre policias". El No-Do de la época comentó ese concierto en términos peyorativos y descalificadores destacando el "fracaso de público" que fue a ver a "los melenudos". Afirma Jose Ramón Pardo: "Investigué sobre lo que los diarios españoles de la época escribían sobre los Beatles, y para mi sorpresa no aparecía noticia alguna en la sección de cultura o en la de espectáculos, sino en la de sucesos: "escándalo", "plaga de melenudos", "vándalos" y cosas similares se escribían entonces en la prensa española". Fueron también los tiempos de los rodajes de películas con repartos internacionales en España que dieron un claro color a la vida en ciudades como Madrid frente al tono gris de la década de los 50. "Una época muy interesante también desde el punto de vista político por los cambios que necesariamente se tenían que producir" como comenta también en "Del Imperio al 600: Historias inéditas de los años 60" el director de las películas de los Beatles, Richard Lester, que rodó en 1965 en Madrid "Golfus de Roma": "Era una España que necesariamente tenía que cambiar y me interesaba mucho conocerla".

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